De Vuelta Al Kinder.

Cómo mi maestra laurita la de pintura ya se había jubilado pues la perdí de vista, pero luego me acordé de que yo tenía su teléfono, y pues le llamé. La saludé y nos contamos lo que habíamos hecho de nuestras vidas. -Pues, ahí pintando- nos dijimos mutuamente tratando de no hacer parecer aburridas nuestras vidas.

Le dije que si estaba dispuesta a darme clases, me dijo que sí, que ella tenía un taller en su casa dónde algunos despistados llegaban a hacer garabatos.

A la semana siguiente llegué a su casa, no sin antes perderme como ya es mi costumbre orinando en cada poste para dejar mensajes a los perros que anden buscando nuevas amistades. Pero cuál fue mi sorpresa al entrar al pequeño pero carismático taller de laurita. Eran los mismos compañeros de el cecati* pero en versión niño, no pude mas que sorprenderme por tan tierna vista.

Doña lupe, la gritona ahora era una tierna niñita igual que cuando estaba grande, blanca blanca gordita pero ahora con unas prominentes ojeras.

Doña Mela, la gordita que a todo mundo hablaba ahora era por lo menos cincuenta años mas joven.

Doña marce, toda una adolescente pizpireta.

El regordete y simpático pablo, era todo un niño galán peinado pa atrás a diferencia de su siempre peinada calva.

Sólo la maestra y Don rafa estaban tal como los dejé.
Algo mágico tiene el aguarrás. Quizá ahora luzco como un niño de tres años, voy a verme al espejo.