sábado, enero 30, 2010

Las personas no estan rellenas de algodón II...

Ya sucedió, lo que había dicho en aquel post tan antiguo, en el que (para los que no quieren leerlo de nuevo) explicaba mi objetivo, ese de que si algún día encontraba una cartera, o un celular que por más lujoso que fuera, o por mas dinero que trajera la cartera la devolvería. No creí nunca que esa decisión de devolver algo que te encontraste fuera tan difícil. No sabía que decidir.



Era una mañana normal, de una semana normal, de un año hasta ahora normal. Cuando me subí a la combi, una combi nada fuera de lo normal, solo que tenia además de poca luz dentro, poca gente, poca luz porque la mañana apenas tartamudeaba sus primeros rayos de luz, poca gente porque era un poco mas temprano de lo que yo me iba a la escuela. Me subí a la combi justo después de que una muchacha se subiera, ella se sentó en la banca de enfrente a la que me sentaría yo, en la banca que me senté yo no había mas que: de un extremo una señora, cuarentona, y del otro extremo... algo, algo pequeño, algo pequeño y blanco, algo pequeño, blanco y que llamó mi atención, algo que además de ser pequeño y blanco y llamar mi atención era algo que aparentemente alguien había olvidado. Lo tomé y eso no era más que un celular, bonito, chiquito, con cámaras por todos lados. ¿Es de usted? Le pregunté a la señora cuarentona, ella me respondió que no. La chica de enfrente me vio con cara de envidia, como deseando haber sido ella quien hubiese encontrado ese celular.

Lo primero que pensé fue, bueno esto no es mío y aparentemente de nadie de los de abordo. Entonces procedí a encenderlo. Nada, se le había descargado la batería. Lo tuve entre mis manos un tiempo, como esperando que alguien dijera algo. Pero no.



Lo guarde en el bolsillo que tiene mi chamarra por la cara interna. Y nada, se lo mostré solo a algunos, y durante todo el día, me olvide del suceso.

Hasta que, sentado, lo analizaba y noté que la entrada del cargador era la misma que usa mi celular (chafita). Llegué a casa, le conté a mi padre, como esperando que me dijera qué hacer, déjatelo, entrégalo. Nada.

A las personas a las que se lo mostré daban por hecho que ese celular ya era mío, excepto yo, para mi era un celular temporalmente sin dueño, era un celular perdido-encontrado, un celular flotando por ahí.

Pensé, bueno si ya esta bloqueado supongo que ya es mío, bueno si lo conecto y me llaman o mandan un mensaje preguntando por él supongo que no es mío.



Lo conecté, no esta bloqueado, aún no es mío, llegan mensajes, ninguno que reclame el celular, aun no tiene dueño…

Mi objetivo, como había dicho en aquel post, era entregarlo, pero eso lo dije porque nunca me había pasado algo así, es decir:

Yo tengo un celular de esos que pueden pasar por desechables, tenía planes de comprarme un celular con tales características.

Y ahora sin mayor esfuerzo aparece un celular, con tales características, y que además es gratis.

¿Qué se hace?

Duré mucho tiempo pensando, y pidiendo consejos, sin llegar a una conclusión.

Y entonces leí mi post, ese del que hable al inicio, y noté lo convencido que estaba en ese momento de entregar cualquier cosa perdida. Recordé también cómo me sentí el día que perdí mi celular, y de lo bien que me hubiera sentido si me lo hubieran regresado.

Recordé también un capitulo de Doug en el que está en una situación parecida. El regreso el dinero.

Claro de mi cabeza tampoco salía la posibilidad de quedarme el celular y hacer uso de el. Pero, cómo me iba a sentir yo? Sabiendo que ese celular lo pude haber entregado a su dueño sin ningún problema. Pero cómo me iba a sentir yo si regreso el celular sabiendo que era un celular bueno, que además era gratis.

¿Qué se hace?

Miriam me dijo que me estaba preocupando mas de la cuenta, que quizá estaba mas preocupado yo que la persona que había perdido el celular. Sí, quizá hacia una tormenta en un vaso de agua, como dicen las señoras.

Así que me olvidé de eso por unos momentos y me puse a estudiar.

Decidí que iba a hacer lo que me habían propuesto, que era: Dejar encendido el celular y esperar a que lo reclamaran, si no lo reclamaban era mío.

Pero, ahí voy de nuevo, ¿porque esperar a que llamen si yo puedo contactar fácilmente a la dueña?, sería una especie de robo.

Me decidí, y después de unas maniobras, contacté a la dueña.

Dio la casualidad de que iba en mi escuela, y la vi pasar.

Me le acerqué, me pare junto a ella y esperé a que volteara, le dije:

Oye disculpa, tu perdiste un celular, ¡Sí! Dijo ella blanco, Nokia.

Sí, yo lo encontré. Aquí lo tengo. Y se lo entregué.

Ay no! Es que pensé que no lo volvería a ver, he perdido otros celulares y nunca me los regresa, ahora sé que por lo menos una persona es honesta en Morelia. Dijo con cara de felicidad.

Ay, dame tu numero, te doy una recompensa

No cómo crees, dije yo, tan solo estoy regresándote un celular.

No en serio, como te llamas en que seccion vas.

Me negué a toda clase de recompensas. Quizá suene raro, pero es me parecía tan ilógico recibir una recompensa por entregar un celular, como si cada que alguien se le cae un lapicero y yo se lo entrego esperara una recompensa.

Al final, como recompensa, le pedí, por favor, que si en algún momento se llegara a encontrar un celular, una cartera o algo con facilidad de ser entregado a su dueño, lo entregara. Me despedí cortésmente y me fui, y continúe con mi vida normal, mi vida tal y como era antes de encontrar un celular en la combi.


La gente piensa que lo que hice esta bien, aunque ellos no lo hubieron hecho, me dijeron varias personas, en especial mi madre, que me dijo, las personas no entregan los celulares, nadie lo hace.

Yo sí lo hago, quizá no soy una persona, sea lo que sea me siento bien con lo que hice, al menos me siento mejor que como me hubiera sentido si no lo hubiera entregado.


Y aun tengo que entregarle el protector, me quedé con él.
 

Gracias Por Su preferencia Buen Probecho El buffete estará Ahi toda la semana.