Podrido

El ya estaba desesperado, no podía aguantar un segundo mas.
Yacía desnudo sobre su apartamento, sólo una trusa cubría su flaco cuerpo, casi trasparente. Nadie se atrevía a decir su nombre, ni siquiera sus apellidos. Dicen que alguien alguna vez los mencionó; murió ahogado en su propia sangre. No sé, son rumores que contaban acerca de J… por eso le decían fruncido. Sólo en secreto.

J… comía sin usar las manos, sólo usaba su boca como si fuera un cerdo. No comía fruta, especialmente aquella que había que pelar antes de comerla. Su apartamento era frío y polvoriento, despedía un olor fétido que nunca desaparecía, ni una sola planta alegraba el triste espacio.
Nadie sabía porque pero era mejor no acercase a él. Decían que siempre estaba mal humorado… mal de amores, pero, ¿tanto tiempo? Al inicio no tenía canas.
Otros decía que simplemente era antisocial y disfrutaba su soledad. Otros decían que era un escritor y que no saldría de su habitación hasta escribir la mejor novela del mundo.

Nadie se acuerda cuando es que llegó ahí, o prefieren no recordarlo, pero tiene mucho tiempo, dicen que en un principio era mas bien regordete, es que nunca habló con nadie, pero algunos aseguran que venia de muy lejos, las señoras tenían la seguridad que por la mirada se le notaba enfermo o quizá hechizado, y esperaba solo su muerte. Muerte que luego de mucho tiempo no había llegado.

Nadie sabia mas de él.
Alguna vez alguien le dejó un buen número de manzanas en su puerta, y al día siguiente las manzanas estaban podridas, como si hubieran estado ahí por semanas enteras.

Otros dicen que ama a los animales, pero siempre termina matándolos. Nadie sabe por qué.

Cuando murió al fin encontraron unas cartas de amor, le declaraba su amor a alguien, alguien que por lo que se sabe aceptó la relación, poco duradera, al poco tiempo enfermó la joven y murio poco después.

Lo demás de J... sólo se conocía su nombre.